La tecnológica indemnizará con 3.000 $ a 500.000 autores, la multa más abultada por derechos de autor registrada en EE.UU. hasta la fecha.
¿Es un final triste o es un final feliz? Es un final, y punto. La compañía matriz de Claude, Anthropic firmó un acuerdo con unos 500.000 autores para pagarles 3.000 dólares a cada uno por haber utilizado sus escritos pirateados para entrenar a su inteligencia artificial. En total, deberá desembolsar 1.500 millones de dólares (unos 1.300 millones de euros), la multa más elevada por derechos de autor en Estados Unidos hasta la fecha.
El pacto está a la espera de ratificación judicial, pero ya sería un hecho. El acuerdo se ha logrado para evitar la elevación a juicio. Si bien puede verse como un logro para los creadores de contenido, en realidad, la multa tiene sabor a poco. ¿3.000 dólares por usar ilegalmente información que luego le hará ganar millones a la tecnológica? Suena a migajas.
Además, la penalización es por haber descargado el material de plataformas ilegales -es decir, la empresa ni siquiera había pagado para acceder a los escritos-, no por el uso de la información para el entrenamientos de los LLM de Anthropic. Esto quiere decir que la justicia sí avala el entrenamiento de las IAs con libros o escritos comprados.
El origen del conflicto
La historia se remonta a 2024, cuando los autores Andrea Bartz, Charles Graeber y Kirk Wallace Johnson presentaron una demanda por violación de copyright, al descubrir que al menos dos obras suyas habían sido utilizadas sin permiso para entrenar al chatbot Claude. Lo que arrancó como una denuncia puntual terminó convirtiéndose en una demanda colectiva en representación de unos 500.000 escritores, cuyos textos digitalizados habían acabado en los datasets de Anthropic.
En junio este año, el juez federal William Alsup se puso del lado de Anthropic, determinando que entrenar su IA con libros adquiridos legalmente —los que compraron, descantaron y escanearon ellos mismos— es “excepcionalmente transformativo” y, por tanto, fair use legítimo.
Sin embargo, el juez aclaró que almacenar más de 7 millones de libros pirateados en una biblioteca privada ya no tenía perdón: eso sí era “infracción deliberada” y no protegida por la doctrina.
El conflicto se resume en las primeras líneas de la demanda judicial: «Una empresa de inteligencia artificial descargó gratuitamente millones de libros con derechos de autor en formato digital desde sitios pirata en internet. La empresa también compró libros con derechos de autor (algunos coincidentes con los obtenidos en los sitios pirata), les arrancó las encuadernaciones, escaneó cada página y los almacenó en archivos digitalizados y buscables. Todo lo anterior se hizo para reunir una biblioteca central de “todos los libros del mundo” para conservarla “para siempre”. A partir de esta biblioteca central, la empresa de IA seleccionó varios conjuntos y subconjuntos de libros digitalizados para entrenar distintos modelos de lenguaje de gran tamaño en desarrollo, destinados a impulsar sus servicios de IA».

Captura de pantalla del dictamen del juez federal William Alsup. Fuente: Tribunal de Distrito de California, EE.UU.
El caso iba directo a juicio en diciembre —con posibles multas astronómicas (hasta 150.000 dólares por obra pirateada), lo que activó las negociaciones.
El acuerdo con los escritores
Sin embargo, para evitar el juicio, el pasado 5 de septiembre, Anthropic aceptó pagar 1.500 millones de dólares (alrededor de 3.000 dólares por autor) para evitar seguir en el ojo del huracán legal. Si el juzgado lo aprueba, será la resolución más costosa en materia de derechos de autor en la historia de EE. UU.
El acuerdo también implica eliminar los archivos digitales con el material pirateado, un gesto que intenta cerrar ese capítulo gris. Aunque parece una victoria para los autores, muchos lo consideran casi simbólico, ya que 3 mil dólares por libro suena a migajas frente al valor real que esos textos podrían generar para Claude. Por otro lado, si la empresa compra el material para entrenar a su IA, tampoco está incurriendo en delito (según el juez que lleva el caso), algo que igual sería económico como práctica a futuro.
El caso sienta precedente
El caso contra Anthropic marca un antes y un después en la relación entre inteligencia artificial y derechos de autor. Por un lado, el fallo del juez Alsup respalda que entrenar modelos con libros adquiridos legalmente —aunque sean escaneados a mano, uno por uno— puede considerarse un uso legítimo y transformador. Pero por otro, deja claro que descargar millones de libros desde webs pirata como LibGen o Pirate Library Mirror sigue siendo una infracción del copyright, incluso si el objetivo es alimentar una IA.
Esto dibuja una línea divisoria entre lo permitido y lo que no en la construcción de datasets, y envía un mensaje directo a otras big tech como OpenAI, Microsoft o Meta, que ya enfrentan presiones legales similares. En EE. UU., incluso se están impulsando nuevas leyes como el TRAIN Act para proteger a los creadores ante este tipo de prácticas, mientras que en otros países se sigue con atención lo que podría convertirse en jurisprudencia global.
Sin embargo, también se trata de un aviso para los creadores de contenido. Si entrenar una IA con libros comprados es legal, ¿dónde queda el derecho de los autores a decidir sobre el uso de su obra? Si pirateas, pagas. Pero si nadie se entera, ¿vale todo?
POR NOELIA FRAGUELA
CONTENT MANAGER DE MARKETING4ECOMMERCE